viernes, 22 de agosto de 2008

Reminiscencias de una noche de agosto

Hoy que estaba revisando mi correo encontre este relato que habia hecho ya casi un año, y pues he decidido colocarlo en el blog tal como lo encontre, fue muy interesante y creativo asi que pues ahi se los dejo. Cabe aclarar que los sucesos narrados a continuacion son reales y si acontecieron en la fecha indicada para cualquier duda consultenme, bueno sin mas preambulo el relato titulado: "Reminiscencias de una noche de Agosto" o mas conocido como "La noche de las Cuatro Chelitas":

Siendo hoy 27 de agosto del año 2007 y transcurriendo las 9:30 am de la mañana me animo a escribir estas líneas, con el afán tal vez de realizar una crónica que recapitule los hechos sucedidos la noche en cuestión, y tal vez también en un intento en vano de tratar de recordar aquellos hechos que , hoy en la tranquilidad de mi casa, me detengo y recuerdo dibujando una sobrias en los labios, pero en otras circunstancias esa sonrisa pudo haberse transformado en una expresión que trasmitiese todo lo contrario. Es importante señalar que las siguientes líneas contendrán los testimonios de los sujetos que estuvimos implicados en los hechos y la presente seria entonces una suma de estos testimonios que trataran de reconstruir los hechos acaecidos dicha noche. Empecemos:
Siendo las 9:30 de la noche del día 2 de agosto del año 2007 me encontraba yo, Víctor Hugo Asencios, en casa de un compañero de promoción al que llamaremos Giulio (Por petición especial del involucrado en estos hechos). El motivo de la reunión fue la realización de una actividad para la recaudación de un fin “x”. Nos encontrábamos conversando en la puerta de su casa en un coloquio ameno, cuando visualizamos a dos de nuestros compañeros, Juan Pablo Espinoza y Pedro Quispe, quienes también se dirigían a la casa de Giulio. Además también de un quinto personaje, Jonathan Rengifo, todos compañeros de la promoción “Fernando Belaunde Terry” del colegio José María Arguedas.

Era una típica noche de invierno limeño, fría, con bastante humedad y una ligera garua rociaba las calles de la urb. Los Jardines. Observábamos que la noche estaba algo “movida” dentro de la soledad de las calles, pero esto no nos impidió realizar lo que realizamos. Recuerdo claramente esta parte, que fue como inicio todo. Encontrándonos en una tertulia bastante amena, nuestro amigo Giulio nos realiza la siguiente propuesta: “Habla les invito cuatro chelitas”, cosa que aceptamos con agrado, excepto Jonathan quien se excuso y procedió a retirarse a su morada. Procedimos entonces a dirigirnos a la avenida Bartolomé de las Casas cerca de la casa de Giulio, hacia la licorería del famoso “Tío Bigotes”, cómplice de gran parte de nuestras veladas de alcohol. Encontrándonos en el mencionado local procedimos a la adquisición del licor, que consumíamos compartiendo una grata conversación. Terminamos las cuatro cervezas “Cristal” pero sentíamos que nuestros cuerpos nos solicitaban más alcohol. Y en nuestro afán de no gastar mucho dinero debatíamos sobre cual seria el siguiente licor que consumiríamos, las propuestas fueron varias: un vino, un anís (anisado) o una oferta (ron + gaseosa) pero optamos por una “chata” de ron Pomalca Black, que nos observaba en la parte baja del estante. Lo consumíamos sin mucha presura, pero ya el alcohol hacia sentir sus primeros estragos, las constantes risas y el continuo micsionar, además de la calentura corporal. Terminado el ron el deseo de alcohol aumento y la petición fue: “Ya pe tío no tiene algo para destruirnos, jajajaja….”. Entonces optamos por consumir un “Sureño” (vino de dudosa procedencia) de 2.50 soles, que consumimos como agua a lo que extendimos nuestras quejas al vendedor: “Ya ve maestro nos esta estafando, ese vino parece chicha…”. El siguiente paso fue la compra de un “Clímax” de maracuya (vodka + esencia de maracuya, especie de gaseosa), sustancia que también consumíamos sin control, para este momento el nivel de alcohol en nuestros cuerpos era ya alto y el “vaivén” corporal era ya una constante. Tras el “Clímax” y tras algunos acuerdos económicos, volvimos a comprar cerveza, situación algo ilógica, pero bueno. En este momento la “cinta de grabación” se muestra entrecortada. Pagamos cuatro “chelas”, pero yo recuerdo haber consumido solo dos, la siguiente imagen que tengo siendo aproximadamente las 3:40 a.m. del día 3 de agosto, es nuestro retiro del expendio de alcohol en un estado ya grave. Pablo y Pedro caminaban muy apurados, Giulio y yo tratábamos de seguir su paso pero ellos se adelantaron mucho, yo los llamaba, y estando cerca de un parque al que llamamos “El Cementerio” los perdimos de vista; luego los recuerdo sentados al filo de la vereda; Pedro, sentado con los brazos sobre las rodillas y la cabeza reposando sobre estos; y Pablo, sentado también, emitía sonidos guturales al momento de vomitar. Mi petición era la siguiente: “Oe Pedro, Pablo levántense…. Ya vamos… oe al toque pe!!!” y en un intento de tratar de levantarlos, mi cuerpo se desploma y “cabecee el piso” (literalmente) a lo que una luna de mis lentes se rompe, ya no podía ejercer control sobre mi cuerpo, y en un intento en vano por tratar de levantarme realizaba contracciones inútiles y le decía a Giulio “Oe huevon… llévame a mi jato (casa) pe …. Giulio, ya pe…!!” En este momento, y para que tengan una ideal de la magnitud hare una analogía, “la maquina se reseteo” … Giulio me cuenta que el en un intento de socorro fue a pedir un taxi … pero por circunstancias que no me corresponde detallar en estas líneas, termino en la carceleta de la comisaria de Ingeniería.

Giulio y yo decidimos esa noche visitar a Pedro y a Pablo y conversar sobre lo sucedido, el resultado de esa conversación fueron estas líneas, además de la intriga sobre lo que sucedió entre las 4:00 a.m. y las 6:00 a.m del 3 de agosto. Entonces concluimos que:
1. A las 6:00 a.m. Pedro, Pablo y yo nos encontrábamos cada uno en sus respectivas casas, completos y sin un rasguño.
2. Giulio fue llevado a la comisaría cerca de las 4:00 a.m. y fue recogido por sus familiares a las 8:00 a.m. con una herida en la sien no muy grave.
3. Asumimos que Pedro, Pablo y yo, pudimos:
• Haber dormido y luego irnos, juntos.
• Irnos individualmente.
• Alguien nos despertó y nos fuimos de alguna manera.

Esa noche en la conversación posterior la “hecho” nos hizo pensar en todas las cosas que nos pudieron haber pasado pero gracias a Dios estuvimos los cuatro juntos después para contarlo. Solamente las calles son testigos de cómo regresamos a nuestras casas y nunca sabremos que sucedió, pero lo que si sabemos es que vivimos para contarlo….

Moraleja: “Nunca combines ron, vino, climax y chela!!!!”. Si comienzas con chela sigue con chela y muere con chela.

Y personalmente yo concluyo: “Hasta ese punto…. Nunca mas”
Y tú qué piensas

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